El proyecto A Warmth from Within / Calidez del Adentro tiene como eje central varios intereses compartidos por Diego Delas y Julius Heinemann. Uno de ellos es la comprensión de la arquitectura que atiende a las nociones del yo; es decir, entendida ésta no solo como un espacio funcional sino también una morada en la que articular una situación simbólica.[1] Con esa perspectiva, no es de extrañar que ambos compartan un interés por arquitectos modernos como Le Corbusier y Luis Barragán quienes desarrollaron una práctica preocupada por construir escenas espaciales que estimularan la reflexión, la introspección y la imaginación. Para hacer esto, ambos arquitectos se basaron, en gran medida, en una dimensión plástica para construir edificios como experiencias perceptivas capaces de provocar diferentes tipos de pensamientos y asociaciones. De forma que no es casualidad que tanto el arquitecto suizo como el mexicano construyeran espacios concebidos para la recreación y la ensoñación (museos, parques, jardines) y también para la reflexión y la meditación aislada (iglesias, conventos, monasterios).
De hecho, A Warmth from Within / Calidez del Adentro podría verse como un ejercicio de este tipo, en el que Delas y Heinemann construyen juntos una especie de celda conventual que, sin embargo, es muy profana. Heinemann ha construido una arquitectura suave al interior del espacio de la galería en la que ha utilizado tela de malla, la cual ha sido pintada con una sugerente solución plástica. La transparencia del material resulta fundamental, ya que permite la asociación visual con la arquitectura física del espacio de la galería y el resto de obras expuestas. Además esto crea un solapamiento efímero entre pintura y arquitectura que cambia con el movimiento del espectador. Delas, por su parte, ha construido varios paneles verticales con una superficie de hormigón, creando una tensión con el lienzo de malla de grandes dimensiones de Heinemann. Delas ha inscrito estas estructuras con diseños que recuerdan a símbolos, o a sus fragmentos, capaces de activar la memoria subjetiva. A través de estas intervenciones espaciales, los artistas preparan el escenario para un interior simbólico dentro de las paredes blancas y no referenciales de la galería.
En este interior, los artistas muestran una variedad de objetos y obras. Juntos han diseñado mobiliario básico en la estructura de una vivienda mínima, como una mesa o un par de taburetes. La dimensión plástica prevalece sobre estos objetos, lo que problematiza con su naturaleza funcional. Un taburete, por ejemplo, se convierte en un tótem escultórico, mientras que la mesa se transforma en un lienzo. Heinemann y Delas también han creado, en colaboración, varias cajas articuladas gracias a la yuxtaposición de objetos, imágenes y obras sobre papel, que podrían recordar a la obra de Joseph Cornell. Estas piezas parecen conciliar las preocupaciones pictóricas, escultóricas y espaciales de los dos artistas y fueron concebidas por estos como altares o estanterías, como lugares de identificación del individuo con el lugar, como colecciones o reflexiones. Finalmente, hay varias obras en papel ejecutadas individualmente por Delas y Heinemann. Estas piezas se ubican en varios puntos de la exposición: en los paneles verticales, en la mesa y en las paredes de la galería. Las de Heinemann son acuarelas y las de Delas, monograbados prensados a mano con cuchara en tinta al óleo, dotados de diseños que evocan a un exlibris. Estas obras sobre papel parecen condensar toda la formulación de su propuesta. Podrían verse como pistas para comprender la articulación de este interior simbólico, una especie de cosmos en sí mismo.
Daniel Garza Usabiaga