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Jonathan Hammer

Horror Vacui

La técnica renacentista de la punta de plata utiliza dicho metal para marcar directamente el papel, lo que permite trazar líneas más sólidas que el grafito, aunque a costa de una mayor oxidación y menor durabilidad. El uso que Jonathan Hammer hace de esta técnica resulta novedoso además en otro sentido, pues, al fusionar pieles de diversos orígenes, crea un paisaje mineral de zarzas petrificadas y algas abandonadas en el que se aglutinan todos los reinos de la naturaleza en una imaginería sofocante y fascinante, sin parecido con ninguna otra. En su ensayo para las exposiciones individuales de Hammer celebradas en Kioto y Tokio en 2021, Tsutomu Mizusawa señaló: «Dado que no existe un punto de referencia absoluto, nos vemos obligados a registrar y aceptar de forma constante y sutil la heterogeneidad y la multidimensionalidad del tiempo y el espacio, y a intentar sincronizarnos con su armonía. Para evitar caer en la mera fantasía o la imaginación, Hammer se aventura a dar interminables rodeos, como si se tratara de elaboradas operaciones quirúrgicas, y sus manipulaciones son tan sofisticadas que parecen, a primera vista, cercanas a la artesanía tradicional. Sin embargo, en estas obras conviven y respiran diferentes tipos de tiempo y espacio. Están atravesadas por innumerables grietas que rebosan una tensión extraordinaria».

 

La actual exposición en F2 Galería ejemplifica la destreza y capacidad técnica del artista, ya sea en bronce, pintura, collages de pieles, cerámica o la mencionada punta de plata, a la vez que muestra la coherencia y versatilidad de su universo estético. Es esta una exposición que permite al espectador adentrarse en una visión barroca que se enfrenta a la representación, al gusto o a cualquier distinción fruto del paradigma tradicional. Severo Sarduy escribió en su fundamental ensayo sobre el Barroco de 1975 que «El horror del vacío expulsa al sujeto de la superficie, de la extensión multiplicativa (Barthes), para señalar en su lugar el código específico de una práctica simbólica. En el barroco, la poética es una Retórica: el lenguaje, código autónomo y tautológico, no admite en su densa red, cargada, la posibilidad de un yo generador, de un referente individual, centrado, que se exprese —el barroco funciona al vacío—, que oriente o detenga la crecida de signos.»1. Esta sinécdoque universal es quizás la mejor manera de describir la obra de Jonathan Hammer en su permeabilidad, a veces desconcertante o abrumadora, pero siempre alegre y provocadora. En el texto para su exposición en el CAB de Burgos en 2024, Dyslexic Twister, sugerí una interpretación queer : «Este viaje interpretativo de la obra de Jonathan Hammer navega en una barca cuyo lastre está mal estibado. A medida que la barca hace agua, el intento de recolocarlo genera imágenes cambiantes en perpetua reconfiguración/reinterpretación. (...) Su arte lidia con la heterodoxia al tiempo que lucha contra la homogeneidad del algoritmo. Tal vez sea éste el papel del artista». Creo que la exposición actual profundiza en esa perspectiva subversiva en la que una almeja puede casarse con un mejillón flotando en la calidez que da el cuero repujado en oro. 

 

 F. Bentot


1  Estoy muy agradecido a Alejandro Ratia por señalarme esta cita en referencia al uso que Hammer hace de la marqueteríaen su trabajo con el cuero y, en general, en su forma de generar imágenes.